domingo, 10 de septiembre de 2017

IX, 41. Manual de instrucciones

Principio básico del conocimiento es que éste se conquista en los detalles. No hay dato, hecho o signo que no los ofrezca para detectar en ellos pautas y extraerles tendencias. Requisito no menos básico es armarse de paciencia para descifrarlos. Un ejemplo claro se echa en falta para ilustrar el proceso. Sea el siguiente mensaje:

Miałem ci w sobie ongi moc czuwania,
A dzisiaj senność ogarnia mi ducha:
Gdzie życie wrzało, tam dziś pustka głucha,
Gdzie słońce było, chmura blask przysłania.
Jakowaś boleść, jakaś zawierucha,                            5
Co słabym bytom pewną śmierć wydzwania,
Niech, jak halnego wiatru straszne grania,
Wstrząśnie istotą moją: Jest–li krucha,
To po niej żalu nie będzie... A jeśli
Nieprzełamana wyjdzie z tych zapasów,                        10
To razem z wichrem taki szlak zakreśli,
Że zetnie na nim smreki swym oddechem,
Sił pozbawione dla idących czasów,
A to, co mocne, odpowie jej echem.

Es una organización textual debida al profesor y periodista Jan Kasprowicz (1860-1926). (No será anecdótico, pues todo texto es parte de una historia.) Quienes desconocemos el polaco, hallamos ahí una mera sucesión de dibujos. Ya es algo. Anima a un desconcertado hablante de español el falso amigo «mi ducha» (v. 2), pronta señal de desengaño: en polaco, asevera el severo diccionario, significa ‘me espíritu’. Tranquilidad y paciencia. Porque si mi = me, el inmediatamente anterior ogarnia debería ser un verbo; y, en efecto, ogarnia mi ducha = invádeme el espíritu. Dejémoslo, sin embargo: este manual de instrucciones no pretende enseñar polaco, sino mostrar que el mensaje de Kasprowicz se compone de numerosos detalles, además de los gramaticales: los significantes de sus palabras incomprensibles, por ejemplo, se extienden por catorce líneas de una longitud más o menos homogénea. Tal manera de ocupación ignora además el desperdicio de espacio de sus anchísimos márgenes laterales. (Apuntemos de paso que ignorar el desperdicio es indicio de actitud acostumbrada al lujo.) Avancemos. A la derecha de cada línea se detecta en los dibujos una regularidad o pauta: la cierra siempre una palabra cuyo final coincide con el de otras de clausura de línea. De ahí que haya marcado las cinco identidades con otros tantos colores al citar el mensaje.
Estas cosas que vamos sabiendo pueden trasladarse a nueva sucesión de dibujos, ahora mucho más clara:

______________________________ A
_________________________________ B
_________________________________ B
_________________________________ A
______________________________ B                         5
_________________________________ A
_________________________________ A
_________________________________ B
______________________________ C
_________________________________ D                        10
_________________________________ C
______________________________ E
_________________________________ D
_________________________________ E

Si en este esbozo de pentagrama llamamos verso a cada una de las catorce líneas, y a las coincidencias finales rimas, topamos con una organización, o poema, conocida como soneto. Una costumbre casi universal: Sonnet-Archiv, de donde he tomado el de Kasprowicz, lleva quince años antologando sonetos compuestos en veinticuatro idiomas. De tan extendido, el soneto resulta familiar o rápidamente reconocible, aun en polaco. Máquina afinada desde el siglo XIII por el notario Giacomo da Lentini y otros poetas de Sicilia, ha sido empleada para generar significados generalmente asociados al amor o a la muerte. Estaremos, pues, tentados de suponer que a tales temas se referirá el soneto de Kasprowicz: no a la ducha, sino al espíritu.
Siendo el soneto un poema, sus significados deben transmitirse musicalmente. Sí: el sonetista polaco, como los demás, ha debido organizar cada verso distribuyendo con alguna pauta rítmica pausas y acentos. El primer indicio de tal ritmo resultaba ser la calculada repetición (ABBA BAAB CDC EDE) que resonaba en las coincidencias situadas en los versos, antes de su final efímero silencio. Recapitulemos: catorce versos con pausas, acentos marcados y rimas. Un esqueleto nos ha ido quedando.
¿Y los músculos y los nervios? El médico mexicano Joaquín Blengio (1834-1901) se puso muy preceptista y académico siglo XIX cuando en «El soneto», coleccionado en su libro Sonetos (México, 1897) —cito de J. R[ojas] G[arcidueñas], «Joaquín Blengio», en Semblanzas de académicos. Antiguas, recientes y nuevas, ed. J. L. Martínez, México, Academia Mexicana-FCE, 2004, p. 58—, sonetizó el resto de las claves de la «rígida excelencia» de esta forma poética:

Del soneto a sus reglas ajustado,
un concepto no más forma la esencia,
con natural fluidez, fácil cadencia
y creciente interés desarrollado.
Verso escabroso, débil o esforzado                    5
no permite su rígida excelencia,
ni ripio, ni poética licencia
tolera su artificio delicado.
Fútil detalle empaña su decoro,
frase ociosa marchita su frescura,                        10
voz repetida suena en su desdoro:
dese nobleza y gracia a su estructura,
y si al concluir le cierra llave de oro,
será Soneto en toda su hermosura.

Vaya maquinaria compleja, forjada con precisas presencias y rotundos rechazos. Habrá que seguir examinándola despacio.


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