domingo, 25 de enero de 2015

IV, 15. Derecho a definir

Hay gentes que creen que el Director de la Academia Española es el Presidente de la Academia de la Lengua. Y van y lo llaman así. Equivocándose, comportamiento muy habitual. Es que no faltan los errados en esto de la Academia. Y en su Diccionario: muchos de sus adeptos opinan que el DRAE tiene que atrapar palabras bonitas no más, definidas para dibujar un mundo la mar de cómodo, feliz y sin sobresaltos.
Así que uno, que carga con el defecto de ser filólogo, se queda tranquilo leyendo a Darío Villanueva, de quien aseguran que sus pares lo han elegido nuevo Director: la Academia, ha declarado, «“no hará nunca un Diccionario políticamente correcto” y no suprimirá por tanto algunas definiciones y acepciones por el mero hecho de que puedan resultar ofensivas para determinados colectivos» (La Vanguardia, 23-1-2015).
No sé si instada por el Parlamento y la Junta de Andalucía, que muy en su papel de meter en cintura a las palabras, tan peligrosas cuando andan sospechosamente sueltas, exigieron retirar («no corregir ni matizar») la acepción peyorativa de gitano (Europa Press, 13-11-2014); pero el caso es que la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, había trasladado una queja a la Docta Casa: que de cuándo acá es posible que a estas alturas el DRAE dé como cuarta acepción de gitano la coloquial «que estafa u obra con engaño». Es de suponer que la intrépida Defensora haya pasado de puntillas sobre la tercera acepción, usada «más como elogio», de dicha voz: «que tiene gracia y arte para ganarse las voluntades de otros». Pero se comprende: sólo andando de puntillas por los charcos todos puede la defensora Becerril llevar ocupando cargos políticos tantos siglos. Casi los que la equivalencia gitano, ‘estafador’. Para mí tengo que en su fuero interno irá lejos de extrañarse.
En efecto, Covarrubias definió gitano como «cuasi egitano, de Egipto: esta es una gente perdida y vagamunda, inquieta, engañadora, embustidora» (1611); y el primer diccionario académico asentó que «esta clase de gentes […] engañan a los incautos, diciéndoles la buenaventura por las rayas de las manos […]» (1734), y citó como autoridad al Cervantes de La gitanilla (1613): «Los gitanos y gitanas parece que solamente nacieron en el mundo para ser ladrones». La equivalencia está en el idioma con carácter estructural, como la benemérita Becerril en política y la benefactora Junta, sin resquicio alguno, en Andalucía. No desaparece la mentada acepción de gitano porque se arranque del último diccionario. Todo lo más, con esa acción inquisitorial se harían incomprensibles muchos mensajes del pasado. Que conforman el registro que nos explica.
Que el director Villanueva asegure que la RAE no caerá en el errar de lo políticamente correcto, viene a truncar la trayectoria reciente, postmoderna y versallesca de la Santa Institución. Que así a lo tonto se había ido plegando a un como si dijéramos derecho a definir, que de esperar fuera que viniera respaldado por cierto documento de la ONU, una multitudinaria manifa, algún lobby de mucho presionar o la oportuna convocatoria de referéndum lexicográfico para hablantes nativos mayores de 16 años. Un poner: la Red Española de Desarrollo Rural redactó misiva enderezada al anterior Director de la RAE con vistas a que la segunda acepción, «inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas», desapareciera del lema rural por no adecuarse, según fuentes bien informadas, a la nueva realidad campestre (Fundéu, 29-4-2011). Sería bueno que cualquier lobby contratara a un filólogo que explicara a sus señoritos —ya de asfalto, ya de bucolismo— que el diccionario no es el BOE. Pero hete aquí que la RAE cedió, tras la «campaña» de la REDR y la FEMP (Fundéu, 10-1-2012), que ya era gente con mucha mano y sigla, y presionando. Dicho y hecho: borrada ha quedado la segunda acepción. Así que levántese la veda: «Personalidades uruguayas piden a la RAE eliminar la expresión ‘trabajar como un negro’» en una carta apoyada por manifa de miles de personas con firma virtual (El Mundo, 23-1-2013). Es lógico.
Como lo será, en esta dejación de funciones lexicográficas y de registro histórico del idioma, que se incluya el derecho a definir en los Estatutos de la Academia y enseguida se fije la elección de los académicos mediante referéndum en las redes sociales. En línea pero que ya, cada quien con sus clics en los pulgares. También será lógico que Susana Díaz y Soledad Becerril pongan el grito en el cielo cuando se enteren de que rural se ha hecho políticamente correcto y gitano se queda intacto. Al menos durante los próximos nueve meses.
Después de ese periodo, cuando Susana Díaz presida el Gobierno de España y Soledad Becerril vuelva a ser ministra de Cultura, ya veremos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario