sábado, 22 de marzo de 2014

III, 44. La covada

El libro III de la Geografía de Estrabón, historiador griego (h. 65-60 a. C. / h. 21-25 d. C.), es harto curioso. Allí se cuenta, por ejemplo, que uno de los antiguos pueblos hispanos, el de los vetones, pensaba —más o menos como Astérix— que estaban locos estos romanos:

Viendo una vez a ciertos centuriones ir y venir en la guardia, como paseándose, creyeron que se habían vuelto locos y quisieron llevárselos a sus tiendas, pues no concebían otra actitud que la de estar tranquilamente sentados o la de combatir (III, 4, 16).

Algún trecho de escritura más tarde, mientras vaya tratando de los diversos pueblos cántabros, Estrabón se descolgará de pronto con este fragmento:

es cosa común entre ellos la valentía, no sólo en los hombres, sino también en las mujeres. Éstas cultivan la tierra; apenas han dado a luz, ceden el lecho a sus maridos y los cuidan (III, 4, 17).

Hasta aquí, el breve pasaje. A partir de ahora, el juego: la literaventura. Que viajando desde la actual licencia de paternidad o, mejor aún, de la «resolución histórica» del permiso masculino de lactancia, por la que en febrero del año pasado Hacienda —el Estado benefactor y protector, o sea— «separa la lactancia del acto biológico de dar el pecho […] para entenderla como un espacio de cuidado del hijo, independientemente del género del progenitor» (El Mundo, 15-2-2013), habrá de remontar a textos que, como la Geografía de Estrabón, cargan ya con sus siglitos a la espalda. Que las resoluciones históricas dejan de serlo cuando se sitúan en la mismísima Historia: un ente que —cuando no presuponemos que empezó ayer— se revela (y hasta se rebela) como antigua de suyo… Quiero decir que eso que la docta y sabia Wikipedia, s.v. covada, llama «modificación sustancial de la manera de “paternar”», con palabrejo y todo, atribuyéndola a «los últimos treinta años», igual hasta tiene treinta siglos. Cuestión de perspectivas; digo, de lecturas.
En la Poética, ese texto que siguen glosando los científicos literarios, porque en él yace cifrada prácticamente toda la grandilocuente y formularia Teoría de la Literatura, Aristóteles diferencia con nitidez entre el oficio de los historiadores, que cuentan lo que pasó, y el de los poetas, que cantan lo que pudo haber pasado. Lo que separa a unos y otros se apelará como se quiera, según la moda de cada momento: sentido de universalidad, imaginación, carencia de rigor…
Quedémonos ahora —por qué no— con imaginación. Y propongamos un exceso (de ella). Frente a historiadores, cronistas e historicistas, imaginemos desde un mesurado exceso —tan necesario como el aire— lo que pudo haber ocurrido con ese fragmento de la Geografía estraboniana. Al fin y al cabo, como escribió Jenaro Talens en «Faro Sacratif» (Ritual para un sacrificio, 1971),

Toda historia es ficción,
y aún más: sólo como ficción la historia existe.
Porque no hay tiempo, sino realidad
que acomoda la luz en la memoria.


2 comentarios:

  1. José María P.H.25 de marzo de 2014, 9:41

    Ramón Pérez de Ayala, escritor astur, en su novelita "El curandero de su honra" nos muestra resquicios de esa costumbre o leyenda milenaria considerada bárbara por los romanos y practicada por pueblos pirenaicos, cántabros, maragatos, bálticos, araucanos y allá donde, según antropólogos, etnólogos y etólogos, dominaba el matriarcado:

    " Heminia dió a luz, felizmente, un rollizo varón, el mes de febrero. En el trance del alumbramiento se comportó con admirable fortaleza; devoró su tortura y no se le oyó exhalar un quejido. El que parecía estar padeciendo los dolores del parto fue Tigre Juan."

    Y , por ende, el machito Tigre Juan sugiere al Dios creador que las mujeres deberían poner huevos y así , en riguroso turno, empollarlos el macho y la hembra como mucha especie plumífera.
    Parece que el misógino curandero y sangrador calderoniano no entiende por qué es la mujer, y no el hombre, la procreadora.Yo pienso, amigo Gaspar, que nuestro papel de machitos en el parto y posparto es el de esperar, mirar, admirar y, por supuesto, ayudar.

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    1. Muchas gracias por el texto de Pérez de Ayala, José María. Si no te importa, lo voy a incluir en la continuación de esta literaventura, junto con otros textos que me han enviado unas amigas que también la han leído: va a ser literaventura alumbrada entre varios. Saludos.

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