sábado, 1 de diciembre de 2012

IX, 1. Teoremas y analepsis literarios


Para Domingo C. Ayala, que asentó
algunas páginas de su novela
Gobierno de mundos apagados
(Granada, Alhulia, 2008)
sobre este bloguero tratando de este teorema.

Si de rescatar se trata en un texto el sentido más próximo o familiar a sus coetáneos, en cierto momento nuestra sincronía debe confrontarse con la diacronía, que es como decir que la crítica literaria ha de transformarse en historia. El estudioso de la literatura debería aprovechar esta capacidad de omnisciencia.
Quiero decir que nuestra investigación puede afanarse en buscar datos que respondan a una supuesta isotopía que, a través de la narración que es la historia literaria, penetra cronotópicamente todas las edades sin respetar —faltaría más— periodizaciones: así, la isotopía que llamaré teorema del prurito de originalidad. No pediré excusas por la ironía, herramienta de conocimiento sepultada, como la paradoja, por el academicismo.
Cada indagación del tipo mencionado cobra una serie de piezas que, ordenada del modo que sea, proponen un modelo que nunca tuvo a la vista ninguno de los autores cuyos textos han sido rastreados. Respecto a tales autores (personajes protagonistas de la historia literaria), el narrador, también conocido como investigador, goza siempre de omnisciencia. Esta ventaja le permite vislumbrar, como teórico, paradojas del tipo de que el cambio es permanente, donde late y yace la muy vieja del cretense. O esta otra: que el motor del cambio literario es la repetición.
Nuestro omnisciente erudito trazará entonces relatos de repeticiones de motivos que, procedentes de un vasto corpus de elementos ofrecidos a la escritura como esqueletos y nervios a los que otros pasos creativos pondrán movimiento, músculo, ritmo sanguíneo, ofrecen la dimensión del arte literario como habilidad combinatoria o explícita faceta de la inteligencia humana. Las conclusiones de tales observaciones deben poder formularse en términos de hipótesis que guíen los futuros asedios, que es como decir que, en cierto momento, la historiografía ha de transformarse en teoría literaria.
Echemos un vistazo al quizá más paradójico de los teoremas de letras: en cuanto incardinada justamente en la tradición, la protesta de primogenitura literaria es un tópico, es decir, una reiteración nada original. Acostumbrados, por la inercia de los manuales y la sumisión ante los prejuicios, a identificar el afán de originalidad con la literatura moderna y contemporánea, la declaración de Rubén Darío no extrañará a nadie: «El movimiento de libertad que me tocó iniciar en América se propagó hasta España, y tanto aquí como allá el triunfo está logrado»[1]. Profeta y visionario de los tiempos dichos por la nueva poética, a la que implícitamente se da el valor de —quieras que no— inspirada por los dioses o al menos por el hado (me tocó), el personaje Rubén Darío cobra la más alta sublimación transoceánica en las palabras del triunfante autor Rubén Darío. El verbo clave es —pasa casi siempre— el sintácticamente subordinado: iniciar.
Ya digo: este marketing poético no es infrecuente en el siglo XX. Un caso más lo brinda Moreno Villa cuando en su «Poética» reivindique la innovación del prosaísmo:

En mis primeros libros de versos chocó a la gente de letras la admisión de adverbios y vocablos prosaicos. Esto no existe en la poesía anterior, y creo que, mérito o demérito, es algo que me corresponde en la evolución de la poesía española. Nótese que hoy dicen de todos los buenos poetas que hablan prosaicamente. Y es que desde hacía mucho tiempo no penetraban elementos nuevos en la poesía.[2]

Moreno Villa mantiene una apariencia de humildad (mérito o demérito) que es un tópico no menor que el de evidenciar el orgullo de ser el iniciador (algo que me corresponde) de una trayectoria en que militan ya «todos los buenos poetas».
Echemos algo de paciencia para que futuros posts rebobinen en esta historia, con la querencia de saber si tales autobombos son exclusivos de los autores contemporáneos nuestros. Me parece que llaman hoy a este rebobinar flashback; ayer, los coetáneos de otros que hablaban en griego, analepsis.
Que me he levantado hoy, decididamente, con el pie pedante.

[1] R. Darío, Cantos de vida y esperanza [1905], Madrid, Espasa-Calpe, 198315, p. 19.
[2] Poesía española. Antología 1915-1931. Unamuno. M. Machado. A. Machado. Juan Ramón Jiménez. Moreno Villa. […]. Selección de sus obras poéticas publicadas e inéditas por Gerardo Diego [1932], ed. facs., Madrid, Visor, 2002, p. 150.

2 comentarios:

  1. Gaspar, no puedo comentar la entrada porque la emoción por encontrarte ha velado mis ojos. Soy Verónica. !Qué feliz me haría volver a saber de ti! Por favor, reanudemos el contacto, aunque sea por una senda de espuma: vero_guion@hotmail.com.

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